domingo, 23 de mayo de 2010

Lo que me acostumbré a decirte...

Lo que me acostumbré a decirte fue nuestro mejor aliado pero tambien fue nuestro peor enemigo en el final de las cosas. Pero aún así en ese fin del mundo fue nuestro mejor confidente y consejero, como cuando estabamos en lo desconocido, en ese lugar antes de que se creara el mundo.


Lo que me acostumbré a decirte fue esa excusa, ese preludio y prólogo de lo cotidiano, ese "no sé que decirte" y ese problema que lo solucionaba todo. Y es que él siempre ha estado presente en todo, aunque solo es sincero en realmente muy pocos casos.



Y es que, lo que nos acostumbramos a decir, es tan humano que no oculta su esencia, es la mentira perfecta pero a su vez lo que realmente pensamos. Cómo nos gusta sufrir a las personas, cómo nos encanta jugar incluso en las cosas más serias. Pero así es lo básico, todo por un objetivo, nada más, que nos reduce a la simpleza que realmente somos, a ese sueño que quizás ya se cumplió y que se revuelve aún en ecos del pasado y del futuro...


Lo que... me...

martes, 18 de mayo de 2010

Inspiración al instante...



Parte 1

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Parte 2

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Es curioso como es la inspiración, simplemente viene y te lleva de la mano a donde quiere, normalmente a mundo nuevos pero que sin embargo pertenecen a tu interior...



Pon el vinilo e hipnotizate por el crepitar de este ¿Qué te dice? cuando lo logras descifrar te ves interrumpido por un sonido Lynchiano que te deja confuso y más rápido que tu mente te situa en esa vieja calle...


Una ciudad, un viejo organo que ya conozco a pesar de ser este un disco del pasado, de antes de maquinarse siquiera esa calle por las que tantas veces he pasado.

Nostalgia por uno, nostalgia por el todo, el saxo te dice todo esto y más y aún así no puedo expresar lo que siento de verdad, aún no puedo explicar lo que es para mí redescubrir lo que ya conozco, algo tan paradojicamente tan dificil y a la vez tan cotidiano...


Sonidos subterraneos del corazón, puede que el corazón del todo y el nuestro no sean tan diferentes. Me he perdido en ecos de recuerdos y sonidos casi de radares intentan ubicarnos dentro del alma, acabo de darme cuenta que todo es infinito... hasta lo infimo, hasta lo que no podemos ver y que tenemos siempre enfrente y dentro de nosotros.

Al principio pensé que era agua, ahora me doy cuenta que son mis tripas rompiendose por ese sentimiento tan intenso que no quiero reprimir. Pero esto es bueno, hay que romperse primero para poder reformarse y ser algo nuevo, ni mejor ni peor, simplemente algo distinto. Y tiene que ser así de lento, sí, para poder ser perfecto en lo que se hace y recolocar todo con milimetrica demencia de buenos resultados.


Ecos, pasados, presentes pero no veo futuros, solo lentos ritmos que nos llevan a seguir su juego y hacernos pensar en la misma velocidad. El pulso sube poco a poco... espera, no... es solo que se hace notar más... espera, tampoco... siempre ha estado ahí pero nuestra percepción por fin se da cuenta de ello. Lo que no parece importale de verdad es ese tono de lo cotidiano, ese sonido familiar de telefono. Pero da igual, decidimos por una vez darnos el capricho de ignorar y disfrutar de los ritmos del pasado.

Nos dejamos llevar por esta locura tan sana, nos dejamos llevar...


Adoro la sincronia, mi mente se deja llevar y nos fusiona con el entorno, mueve las pieza de una manera tan magistral que me sorprendo de mi mismo. Es curioso como uno empieza a disfrutar del espectaculo (que ironicamente sigue mostrandose Lynchiano) de lo inmutable, de aquello de lo que ya no se espera nada, de aquello que siempre vemos por mucho que nos movamos. Disfruta el espectaculo que has creado, es un regalo solo para tí, ama la sincronicidad y ella siempre estará ahí, en la vieja calle en el pasado de organos desgastados y amados, en el viejo corazón de una ciudad que te pertenece pero que a la vez desconoces. Siente libre de llorar otra vez, es el unico regalo que siempre te piden las notas musicales de la vida que nunca vivistes pero que sin embargo se te antoja tan tuya, tan cercana, tan posible... quien sabe si el futuro ya está escrito, quien sabe, pero al menos esta vida te pertenece por muy ficticia que sea dentro de lo real que siempre llega a ser... por siempre, no, juntos, sí, somos... seremos... extraños...

Aparece una ultima ironia con forma de titulos de credito.



¿Me sientes? Gracias por seguir ahí olvido...

domingo, 16 de mayo de 2010

Ojos arcoiris...




Se mezcla la ginebra en un portal con el suelo ya desgastado y protegido como una fiel armadura por la roña de las decadas...


Te acompañaré allá donde vayas como el fiel escudero que siempre fui, como el inseparable oyente de tus historias y de tu alma. Que fragil que somos realmente pensarias justo en el final a pesar de ser dicha alma eterna, nada es perfecto, ni el milagro de la vida.

En tus ojos color arcoiris yace mil historias que siempre compartistes, jamás guardastes, no sabias hacer eso ni le veias el sentido a hacerlo, ese quizá era uno de tus principales encantos. Gracias a esta virtud llegaste al final del arcoiris y, como era de esperar, no te quedaste el tesoro para ti, lo seguistes compartiendo...

Un elfo como tú no se podía hallar a menudo, pero ahí estabas, y cuando cruzaste el arcoiris solo te quedó realizar el aquellarre negro y terminar definiendote como un poeta de eternas historias de lo bueno y lo malo.


Has sido un maestro y te estaré eternamente agradecido, gracias una vez más mientras mi botella se termina de vaciar de palabras que incitan al olvido mental pero no al del corazón.


Por siempre... Dio

viernes, 7 de mayo de 2010

La lista de música que voy a poner en mi cumpleaños:

miércoles, 5 de mayo de 2010

Una Especie de Prólogo...

He olvidado como reír, como llorar, como amar e incluso de como olvidar… pero en esos días en que los caprichosos hilos de la existencia nos cambian de rumbo por unos instantes, uno aprende algo más allá de su mundo, algo que incluso aún regresando a los fosos de lo conocido se impregna y modifica agrandando aún más el agujero… ¿esto es bueno o es malo…?


Él estaba ahí, el ego, la sombra gris pero visible, el hombre del cigarro y la gabardina, el tipo de mirada interesante pero oculta, el del sombrero clásico y los rasgos sencillos. Él te pidió todo a cambio de nada, él te dio todo a cambio de nada… bueno, quizás solo una sonrisa más.

Ella, tú, no podía, su cara probablemente se agrietaría si lo hiciera por falta de uso, oxidada por tanta agua de arriba.

Llueve, no se puede ver nada, pero los ojos se acostumbran, así somos las personas, animales de costumbres y de olvidos rápidos y puede que incluso los únicos animales sin libertad, pero el ego acumulado a veces impide saberlo con claridad.


¿Quién eres? Me preguntas, por un momento él se extraña, pero luego entiende el otro sentido de la pregunta y el verdadero significado. Él decide contestar sinceramente…

Sigue lloviendo ¿por qué temes? Te pregunto, ella le mira y después de un rato inmóvil levanta el brazo tan lentamente como le es posible y señala alrededor, aparecen en escena decenas de figuras blancas con enormes ojos y cara de tener pocas luces. Simplemente miran, simplemente discurren y saborean hasta lo poco que tienen desarrollado este sentido.


Él los mira, jamás me acostumbraré a ellos, no sabe sus intenciones y ni las necesita, pero como odio no poder controlar y poder defenderse de sus ilógicas impuestas. La mira entonces a ella y le pide que los ignore.

“Sí solo fuera uno de ellos…” contesta ella “Pero al ser tantos me bloquean y no les entiendo” realiza una pequeña pausa” “Mira sus vacías miradas… ¿qué existen por existir? ¿Por el mero hecho de estar? No son conscientes ni de su propia realidad… dan asco y pena a la vez”

“Es irónico que diga eso alguien como tú” Ella, sin inmutarse, parece animarse un poco más. Lo mira a los ojos y parecen transmitirse ambos el mensaje que está claro.



Las gotas de arriba van cayendo y mezclándose, al llegar al suelo muestran el mundo que tienen dentro, la ciudad no conocida pero reflejada y mostrada a su vez a ojos de todos, la bella y moderna ciudad que refleja luces.


Esta ciudad de un tono azul casi verdoso enseña sus edificios demasiado modernos como para poder imaginarlos aún, pero sí podemos imaginar su música tan presente como el agua que le rodea.
Las ventanas de un azul diferente al agua son simétricamente perfectas, tanto, que nos parece imposible. ¿Qué divina simetría pudo concebir algo así? El humano jamás podrá alcanzar algo así piensa ella, pero sin embargo ahí estaba, debajo de arriba y arriba del mar oculto. Sus altas torres tampoco mentían y se alzaban hacía el cielo logrando esta vez y de verdad el principal objetivo por el que se concibieron en un principio la construcción de las torres; alcanzar el cielo.

¿Es esta música lo que te hace pensar así? ¿Esa música constante? Te pregunta ella, pero no sabe que contestar. Entonces, como algo predicho, el cuchillo cayó y partió por la mitad esa perfecta cúpula de realidad haciendo añicos sueños de millones y separando por siempre realidades alternativas. No hay sangre, pero no hace falta para poder imaginarla en el dolor, expresión y sentimiento de lo vivo que había allí, más allá del alba apagada.

Pero el cuchillo muestra otra gran ciudad, similar pero igual de perfecta le comentas y ella se fija entonces en el adorno ovalado y redondo que tiene en un lateral, ahí donde olvidamos los detalles de lo cotidiano, ya sabéis de que hablo, de eso que aunque se toque se olvida por completo, pobre arte piensan ambos.


“Y esta ciudad más fría…” te pregunta “¿se concibe igual…?” pero sobraban las palabras y lo obvio resaltaba, aquí, en la oscuridad que os llena, aquí, en los sonidos poco escuchados e infravalorados.

“Dime” sigue preguntando “¿Esa lágrima fue sincera?” pero la respuesta se responde con el tiempo, cuando se supere la prueba, cuando se reafirme uno mismo…


Nada ha cambiado, sigue cayendo agua de arriba pero ahora ella parece no tener nada de miedo, en su rostro si ha cambiado algo. Al mirar alrededor vemos menos seres de mirada vacía. Él pregunta de nuevo acerca de ellos y ella contesta muy por lo bajo, entonces se acerca a uno de ellos y empieza a golpearle, a destrozarlo, a darle una nueva forma, a hacer lo que no se debería hacer…

Pero aunque ya no se tenga miedo hay otros precios que pagar y la malévola sonrisa de ella lo reafirma, comprendiendo así lo terrible de su ser, lo influyente de ojos vacíos que aunque no sepan como o no tengan la capacidad logran doblegar realidades y alterar cursos sagrados.



Y ahora… ella te mira, y te pide que le lleves a la luz… a esa lluvia que llora…