jueves, 23 de diciembre de 2010

Toledo...

Llovía... como lo recuerdo... esa época de oportunidad de oro, de preguntas con respuestas como nunca había tenido. Ahora, después de tanto olvidarlo, aún permaneces ahí en el recuerdo como si fueras un miembro más de mi cuerpo...


Paseaba siempre con prisa aunque no la tuviese, andaba cabizbajo con esperanzas sin embargo, solo, en mi mundo, pero más aún de lo habitual. Los auriculares siempre fieles desde antes de ir hasta después de volver, fueron testigos aún vivos del marrón de tus calles y de la piedra eterna de tu memoria, esa que habla sin palabras e interpretada todos los días por rutina laboral.


Un sitio... otro... entraba en otro y a veces llegaba la noche más rápido de lo normal, pero no me importaba, porque jamás perdí un día contigo, jamás noté como si el tiempo fuera perdido; aunque así lo hizo sin embargo, pero en otro sentido que aún no comprendía y del que creo que me benefició.


Ambos fuimos íntimos, sin jamás hablar, pero siempre con las prisas innecesarias miraba de un lado al otro al cruzar y me protegías sin dudar. Dime, todo lo que me distes, ¿supe corresponderte alguna vez? Siempre las mismas respuestas: Sigue siendo tu mismo, esa es la mejor recompensa...


Bajaba las escaleras, salía al callejón, cruzaba a la derecha; otra calle viva y descendía alejándome del corazón de tu reino. Nadie miraba, yo me abstraía en inspiración pura como nunca jamás había sentido. Respiraba tu polvo de los siglos, mi salud se mostró esplendida, las risas que nunca han vuelto, el amor a lo prohibido, al respeto; todo estaba ahí en tus calles y de las cuales sin palabras me transmitiste.
Seguía caminando y pronto tus edificios únicos y esplendidos despedían mi presencia hasta mi retorno. Que diferente era todo fuera de tu corazón, que diferente era yo tanto dentro como fuera, como un bipolar sensible a arquitecturas y colores.
Seguía, comenzaba la obligación, la misma gente pero en otro tono, el mundo podría ser de colores pero por vagueza o inexperiencia siempre lo pintamos gris, el gris que se puede evitar pero que sin embargo seguirá ahí.
La música, de principio a fin, vio conmigo tu poca evolución. Testaruda como pocas te costaba vestirte de otros colores incluso en festividad ¿tanto te gustabas a ti misma? ¿así tal y como eres aún hoy en día? Aún sabiéndote engañada seguías el juego de lo perpetuo; ahora pregunto de nuevo, ¿por qué me distes tanto y yo tan poco?


Tu zona más limpia poco tenía que ver, era algo más que paseé una y mil veces, hubo miradas, hubo charlas, hubo lecturas, hubo sorpresas, hubo... ahora no lo apreciaría igual, lo siento, he muerto un poco más desde que el gris me invadió de nuevo. Pero siempre que recuerdo el regreso a lo perpetuo, a tu corazón, a la bondad de gente hermosa mi alma se pinta un poco y las sonrisas se hacen eternas en cortas memorias.


En fin, solo quería decirte que gracias por regalarme tanto, por confesarme lo que pocos conocen, por hablar conmigo como lo que eres en toda tu viveza esplendida. Tus tonos marrones siempre me acompañarán junto a esas luces sencillas pero efectivas... gracias.



http://www.youtube.com/user/ShowMeYourLewdSelf#p/c/361F910E3FD88FEB/3/AzBVq95kVT0


Y en el aire... quedó esa canción... ese arpegio que todo definió, el único guardián de mi memoria... de nuestra memoria.