viernes, 23 de septiembre de 2011

La entrada 51



¿Qué tiene de especial el número 51? Nada. Bueno, solamente si así lo deseamos, solo si realmente queremos que sea especial.


Ursiban se hallaba en el tren, despertó de su extraño sueño y miró de un lado a otro, ahí estaba su compañero dándose pequeños golpes contra el cristal con la cabeza debido a la extraña postura en la que dormía. Tan mala no sería la postura ni tan fuertes los golpes si tan en lo profundo de Morfeo estaba.

Se levantó y decidió pasearse un rato por el tren, a ver que encontraba:




Encontró un epílogo, extraño y tardío epilogo. El piano invisible en su mente inspirado por la emoción que surgió de alguien cercano le obligó a hablar con otras palabras, palabras de otro y emociones encerradas. Para eso era su cometido al fin y al cabo:


¿Quien leería esto? ¿Quien evocaría de nuevo la mal-interpretación y la ceguera concedida?

¿Te crees que soy tonto? Desde el mismo momento que te conocí se de que ibas, no hizo falta indagar y observar cuando tus férreas costumbres te delataron. Aunque eso al final me dio igual, la humanidad suele ser así por regla general, aunque nos demos cuenta todos lo dejamos pasar por extraña educación sin gracia.
Lo que de verdad me dolió es que creías que me conocías, te explicaba las cosas y ni aún así lograba romper ese extraño mundo inventado. Figuraste y asumiste, ahí quedó tu paradoja por siempre, de seguro que incluso a día de hoy, triste de ti.
Asumías gafitas, asumías, y de ahí tus constantes errores, tus frías palabras que solo gustan a vacíos del montón. Fallas en lo más obvio, ¿cómo quieres comprender eso que supones que amas tanto como lo es el arte? Si ni siquiera entiendes lo más básico que es empatizar con las personas. Tienes un concepto equivocado de todo, pero sin exagerarte, de todo. Puro egoísmo, puro naufrago en la tierra de lo posible.

Tarde o temprano estallarás y lo triste que echarás la culpa a otras personas, lo triste es que aún a día de hoy has entendido nada de como funciona el mundo. Sigue asumiendo, sigue intentando creer que conoces todo y, sobretodo, a las personas, el mayor obstáculo en tu vida, aquello que menos entenderás y en que siempre fallarás.
¿Quieres que te de la respuesta? ¿La solución a tus problemas? La vida es sencilla, simple y llanamente, eres tú la que la has creado así, eres tú el que ha conseguido esos enemigos, eres tú el que has creado los errores de la vida. Lo siento gafitas, pero tu vida es peor de lo que imaginabas ¿Qué tal si la cambias? Es más fácil de lo que aparenta.

Y el tema del arte, enfocalo de otra manera, te sorprenderás, deja de jugar a ser ese falso poeta tópico del pasado y de amor, amor, amor, amor, amooooor. Joder, de palabras de alguien tan frío como tú no significan nada. Prueba a escribir algo sobre un amor egoísta, de seguro que te sale algo grandioso. Ahí está uno de las claves, expresar el interior. Tu interior no contiene eso de lo que tanto hablas.

Por cierto y último, tener "ideas" constantemente no te hace tan maravilloso como te crees. Si no consigues resolver la ecuación más lógica, ¿cómo te vas a embarcar en esas tonterías que olvidas a la semana? Hazlo o no lo hagas, así de fácil. Tienes una ocurrencia, prueba, y aprende, de ahí irás subiendo hasta que tu mundo de piruleta se convierta en lo que de verdad deseas.

Y deja de asumir, ¡por Dios! Que manera de fastidiarla con mi persona...



Ursiban desvío aquella emoción hacia otro lado, se centró en otra que parecía igual de intensa:


A ti, joder, creo que hasta aún siento algo. ¿Sabes qué me dijeron de robarte el corazón aún cuando le pertenecía a otro? Hizo que odiara un poco más al gafitas.
Algo que siempre he temido contigo es que si era correspondido, si era así me hubiese alegrado por un lado, pero por otro me habría decepcionado... ¿tan poco te importaba tu pareja? Demuestras de lo que puedes llegar a ser capaz, lo siento.
Otro asunto es porque de algo tan nimio te alejaste, otro punto que demostraba que no eramos tal para cual, el compartir lo banal no hace parejas aunque se vea a diario. Siempre vi que querías un escape a tu rutina, pero cuando yo fuera esto también ¿entonces qué? Lo que no es no será, tan aplastante como al realidad que pisamos.

Aún así aun siento algo, pero puede ser que más curiosidad que otra cosa, pero entiende que compartir un mundo supone abrirse al otro, ser uno, y viendo como te costaba me dio tristeza.

Hay un texto dedicado a ti con una de las canciones más tristes y hermosas del mundo que jamás pude encontrar, nunca supiste que era para ti a pesar del anagrama. Quiero que sepas que aún estoy aquí, mi tren nunca marcha, pero cuando ya he sido sincero solo me queda olvidar, todas las historias sinceras terminan igual. Lo siento.



Ursiban comenzaba a llegar al final de todos los vagones. Allí estaba el paisaje de hace años, el motivo de que él mismo existiera de alguna forma. Asomó para ver las montañas a su lado correr sin moverse del sitio. Sintonizó (por decirlo de alguna forma) la emoción final, aquello marcado de por vida:


A ti, ya no sé ni que contarte, te hablo seriamente y te bloqueas cual ordenador estropeado. Me da pena, mucha, perdiste la oportunidad de cumplir uno de tus objetivos. Creo que realmente no lo querías, pero no puedo evitar pensar que no fue así, lo deseaste con fuerza, y ahí aparecí, nos conocimos de casualidad joder, parecía de película. Eres la cosa que más he querido en el mundo, y con lógica de sin sentido rompiste lo perfecto. Ahora yacen los trozos en verdades a medias.

Te odio y deseo que te pudras, así de claro. Sigo teniéndote cariño y te ayudo en lo que quieras de tu limitada burbuja de pez bizco. Pero que sepas, que el infierno te espera en mi conciencia, un destino que pudiste evitar con buena palabras. ¿Pero qué le vamos a hacer? Si no te enteras a veces ni de lo más obvio, imbécil. No sé ni como decírtelo ya, ni con miradas te enteras.

¿Sabes? No deseo tu infierno porque ya lo tienes, ya vives en él. Lo mejor es que te lo has creado tú y ni te has dado cuenta, no he tenido que mover ni un dedo para verte día a día condenarte al olvido. Aún encima no luchas ni por lo más básico. Púdrete que se te notan todas las intenciones, estúpido hombre con mente de crío. Sigue con las mismas gilipolleces de cuando me conociste, sigue asumiendo quien soy yo cuando no sabes ni lo más básico de mi.

Hasta siempre el que cree en sueños.



Ursiban volvió a su sitio y se quedó pensativo, analizando esos extraños párrafos lejanos surgidos de lo cercano. Vio como su amigo despertaba entonces, y sintonizó la mente de lo que pensaba, no sin antes mandarle un tierno mensaje de amistad para relajarlo:



Déjame acompañarte en todos tus viajes. Pensarás que ya lo he hecho siempre, pero esta vez será diferente, esta vez abriremos nuestra alma y mente. Déjame que me conozcas…



Ursiban era extraño pero familiar, de complexión muy delgada pero sin dejar ver los huesos. No tenía absolutamente ni un solo pelo en el cuerpo, mostrando una piel tan blanca como la leche, o más, si eso era posible.
Su rostro inspiraba bondad, calma, serenidad, alguien de mucha confianza y de amistad profunda, aunque no te lo hubieses topado nunca. Siempre estaba serio y pensativo mirando todo lo que le atraía curiosidad, que solía serlo todo.
Por lo poco que lo conocía, aunque él insistía que nunca se había separado de mí, era un alma insaciable de conocimiento y tenia una búsqueda personal, no muy clara.


Esta vez me sonreía, aunque digo eso por decir, ya que para mí era prácticamente la primera vez que estaba con él, pero como él insistía de conocerme de sobra, y aún encima me daba sensación de ser así, lo dejaba pasar. Me gustaba su compañía, hacia más amena mi estancia en aquel tren, para nada desagradable y con uno de los mejores paisajes que había visto nunca.


Conforme miraba a Ursiban, cada vez me picaba más la curiosidad por saber que pensaba, cual era el funcionamiento de su cabeza y, por supuesto, como conseguía con solo su presencia calmar hasta las más fieras bestias e inspirar hasta a los artistas más acabados.


Dejé de preguntármelo por que algo me decía que no iba a lograr nada dándole vueltas al asunto, así que me relajé (aún más) y pegué otra cabezada disfrutando de aquella situación.

Quien sabe cuantas veces en la vida iba a estar uno así de bien…








FIN