jueves, 12 de marzo de 2009

He olvidado como llorar...


...y de tenues olas de mar profundo se alzó el alba dorada de interminable...

- No

...y como un rayo de melancolía infinita cruzado en...

- Dios, que mal.

...y en este corazón nunca hubo hueco para ti, siempre estaba lleno de mí...

- Demasiado tópico, pero seguro que ha alguien le gusta.


El Escritor leía sobre una mesa en mitad de un bello parque esa medio vacía obra que le habían recomendado, aún no sabía si era una recomendación valida o una broma que le habían gastado.
Al parecer, en dicha obra, el protagonista, un escritor frustrado, intentaba escribir algo mientras le atormentaba los fantasmas del pasado. Tópico, El Escritor odiaba profundamente los tópicos, era lo que movía el mundillo de los libros al fin al cabo (al menos desde su punto de vista), pero aún le costaba comprender que tenía de difícil dejar las influencias o clásicos a un lado y ser original. ¿Tan difícil era ser uno mismo? A veces olvidaba que el resto de personas no eran como él, "compartes la vida en esta tierra junto a mortales" recordó que le dijo en una ocasión con una pizca de sarcasmo y un trozo de ironía uno de sus hijos.

Pero a él todo eso le daba igual, y lo demostró continuando leyendo, y tan igual le daba que se saltó varias páginas hasta que le llamó la atención algo:

"...frío. Esta noche, ha vuelto a aparecer, el espectro, pero ha sido más perturbador que nunca, porque me he visto a mí de joven... era el vivo retrato de mi yo niño, una tenue figura que parecía estar hecha de hielo...

"Ay Dios" se quejó para dentro El Escritor, en el fondo disfrutaba.

...un hielo condensado de mi alma. Me ha recordado todos mis errores, hasta los más insignificantes que ya había olvidado, me he sentido tan mal que...

Hubo un salto de varias páginas:

...frente a mí, olvidado del tiempo, me señalaba el pecho como recordándome lo desdichado que era. No reconocía aquel ser de hielo que...

"¿Se está repitiendo el autor?" se sorprendió.

...aún así me parecía haber visto antes, sentía como si conociera perfectamente aquel ser sobrenatural.
Entonces, lo entendí todo, y dejé de temer, comprendí quien era ese espectro familiar y que su intención no era aferrarme antes de hora al filo de la inevitable muerte. En esta vida me han condicionado a pensar siempre en lo peor, a temer lo que no conozco, cuando quizás es lo que tendríamos que descubrir cuanto antes.

Me dejé llevar por el momento...

Y lo vi, lo tuve claro entonces, cual era mi objetivo, que es lo que tenía que evitar...

El Escritor permaneció callado, le vino algo a la mente cuando leyó esa línea, y recordó algo, que paradójicamente nunca había olvidado, algo que simplemente había dejado de lado, como si no le importara aunque fuera una parte vital de él mismo.

Sin demora, abrió el libro por el final y leyó como terminaba la historia, se sintió un poco decepcionado consigo mismo y guardó en su bolsa de viaje el libro que se había convertido en su favorito hace segundos. Buscó algo en la bolsa, esta parecía contener más de lo que aparentaba, no paraba de revolverlo todo dentro hasta que, como si le hubieran apuñalado por la espalda, se detuvo y sacó lentamente algo, muy lentamente, como si quisiera mantener la expectación de un público invisible.

Era de noche, El Escritor no se había movido del sitio, la luna saludaba con su brillo a los incansables grillos, y estos, a su vez, le dedicaban su concierto habitual en respuesta. Esa noche tocaba algún tema clásico de, quizás, Mozart, pensó con sarcasmo El Escritor molesto por los insectos. De golpe se quedó inmóvil en seco como si esta vez hubiera sido un hacha en su espalda y concluyó que no, que era algo más moderno quizás de los Zeppelin.

Había tres fotos en color sepia sobre la mesa, se veían claramente gracias a una farola cercana imbuida por el milagro de la ciencia y Edison. Un par de chicos y una chica, cada uno en una, formando una perfecta triada de misterio quien estuviera fuera de la mente de ese hombre solitario en mitad de la bella nada.
El hombre, con una mirada que había olvidado como conseguir, se sintió extraño, con una sensación que no entendía bien, entonces concluyó que el destino era más caprichoso de lo que imaginaba. Cerró los ojos y movió las tres fotos aleatoriamente en un, de nuevo paradójicamente, orden caótico. Hasta que su mano se movió sola y señaló una foto, abrió lentamente los ojos para ver de quien se trataba. Solo hubo una sonrisa.

Era ya de día, amaneciendo, y cuando el primer hombre de la mañana despertó, pudo ver por la ventana que se había convertido en el segundo, por las calles ya caminaba alguien, de entrada edad. Le llamó la atención aquel misterioso tipo, de planta erguida y mirada al frente. Le pareció incluso sentir, discernir o intuir como el viento se llevaba una palabra de su boca.


En la lejana tierra de los sueños, la palabra llegó a manos de ningún hombre y se pudo escuchar en los oídos sordos del vacío.

...Úrsiban...