domingo, 24 de mayo de 2009

Bajo el manto de estrellas Ursiban se hallaba solo, se había alejado de su compañero que dormia tranquilo ante una noche preciosa.

Aquella situación le inspiró, pero sabía más que la inspiración le venía de otra parte, de un lugar que aun no quería asumir, entonces, con su magia, deseo con todas sus fuerzas que ocurriera cuanto antes.

Aquello ocurrió antes de lo que esperaba, el deseo había sido fuerte o quizás más el destino, pero ahí estaba él, el hombre que se lo dió todo:



El Escritor sorprendió a Ursiban escribiendo algo mientras se hallaba sentado en una roca, empezó a sentirse orgulloso, quizás tantos años a Eris le habían brindado aquel regalo. Se acercó entonces sin demora y con más animo hacía su pequeño:

- Siempre tuvistes algo más que los demás, y ahora te encuentro así, dime, ¿qué ha ocurrido en tú viaje?

Usiban tardó unos segundos en mirar a su dirección para contestar, en el fondo no sabía como sentirse, si lleno de odio, de alegría, de tristeza o simplemente seguir como era él, de inquebrantable tranquilidad digna de un mar en calma:

- Nunca he querido hacer esto... hace poco, conocí a alguien.

- ¿A ese chico qué te acompaña? Creo que no fue hace poco digamos...

- No, otra persona, y he sentido algo que no conocía, creo que era eso que buscaba, ironicamente lo ha buscado mi amigo desde el principio pero he acabado encontrandolo yo.

- ¿Y de quien se trata? ¿Por fín has decidido entregarte a Eris? ¿A Venus quizás? ¿O a Selene?

- No es eso papá... siempre lo relacionas todo con lo mismo, tu fría lógica no te hace empatizar -su padre no se inmutó y tomó a bien la frase, esperó a que Ursiban continuara entonces- es eso que por lo que tanto luchan las personas...

- Ellos son meros objetos de algo más grande, lo sabes, esos sentimientos son instinto o simplemente deseo, en su vida sabrán lo que es realmente eso de lo que hablas.

- Pero yo sí que lo entiendo.

- Bien que me parece, ahora, si ya no tienes nada más que decir, vamonos ya.

- No, me quedo...

Entonces Ursiban le dió la hoja en la que escribia algo y se alejó de nuevo al albergue donde se alojaban, dejando a El Escritor abandonado en aquel maravilloso lugar del mundo.

En la hoja solo se podía leer "Lo Siento", pero El Escritor podía ver más allá y empezar a comprender algo más que había olvidado hace mucho, aquello por lo que amaba tanto a Eris, aquello que le había empezado a luchar por todo lo que creía.

Se sentía de nuevo inspirado, no buscaba eso de su hijo, solo de nuevo su compañia, pero quien era para ordenarle lo que tenía que hacer y más cuando había descubierto aquello por lo que merece la pena existir.

Entonces, bajo aquel manto de estrellas empezó a reír, pero una risa vacía, sin ningún tipo de motivo identificable y cuando paró, se sentó en la roca donde estaba antes Ursiban y decidió escribir despues de esas palabras, sabia de sobra que pensaba Ursiban y ya que la decisión de su hijo lo había inspirado quiso aprovecharlo y continuó el texto iniciado en el papel:

"Lo siento... (paró tan solo dos segundos antes de que el boli comenzara su sínfonia) ...es de amaneceres continuos lo que me ha hecho así, sin embargo, las noches frías me han dado un calor que solo pueden entender unos pocos, es ese calor lo que mueve al mundo, inconscientemente, hacía delante. Aún sin el derecho de conocerlo, o mejor dicho, sin la capacidad, interpretamos muy bien ese papel, esa emoción solo digna de dioses"

Se levantó y se desvaneció pensando en los tres hijos que había tenido en aquella epoca en que todo era posible y nada tenía final.

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